Hechos de los Apóstoles 14, 21b-27
Apocalipsis 21, 1-5a
Juan 13,
31-33a. 34-35
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(English translation can be found below)
En el evangelio de hoy, Jesús nos da su mandamiento.
Primero, nos manda a los apóstoles y a nosotros "Les doy un mandamiento
nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado". Luego nos recuerda
a todos: "y por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos".
Jesús
nos está dando su mandamiento sobre cómo los demás sabrán que somos sus
seguidores o no.
Entonces,
¿cómo amar a los demás como Jesús ama?
Como
sabemos, no es fácil. Los apóstoles tuvieron dificultades para hacer esto y son
nuestros modelos de fe.
Para
amar como Jesús ama, solo necesitamos ver los ejemplos que nos mostró en su
ministerio a través de la Sagrada Escritura:
- Mostrar compasión por los enfermos.
- Cuidando a los pobres.
- Alimentando a los hambrientos.
- Siendo apacible y amable con los pecadores.
- Confortando a los afligidos.
- Perdonar a quienes le son crueles.
Estos
son solo algunos ejemplos de cómo Jesús ama a los demás.
Tal vez no podamos amar perfectamente como lo hace Jesús. Pero se nos
ordena que hagamos lo mejor y tratemos todos los días de ser Cristo para los
demás.
Para amar como Jesús ama, debemos poner a los demás por encima de
nosotros mismos. Debemos vaciarnos todos los días y pensar en las necesidades
de los demás más de lo que pensamos en nuestras propias necesidades.
Aunque tratemos de ser como Jesús, fallaremos a menudo.
La Buena Nueva es que Jesús nos ama lo suficiente como para permitirnos
arrepentirnos por nuestros pecados y volver a intentarlo.
En toda la Biblia escuchamos a Jesús decirle a los apóstoles que sigan
su ejemplo y hagan lo que él hace por los demás. Pero como sabemos, fallaron a
menudo y en sus fallas podemos ver las nuestras:
Como Pedro, a veces carecemos de fe. Como Andrés, todos tenemos mucho
que aprender. Como Santiago y Juan podemos ser egoístas a veces. Como Mateo,
hemos hecho cosas de las que no estamos orgullosos. Como Tomas podemos dudar a
veces. Como Judas a veces podemos traicionar a otros.
Ver
los fracasos de los apóstoles, pero también ver todas las cosas buenas que
hicieron por la Iglesia deberían darnos esperanza. Si Jesús puede usarlos para
construir el Reino, ciertamente también nos puede usar a nosotros.
Ser
Jesús para los demás es lo que nos diferencia de los no creyentes.
Así es como nos preparamos para la ciudad celestial que nos espera.
Escuchamos sobre esa ciudad en la lectura del Libro de la Apocalipsis. El autor
Juan describe la Ciudad Santa que nos espera a todos. Es un lugar donde se
limpiará cada lágrima, donde no habrá más luto, ni más sufrimiento, ni más
dolor. Qué hermoso lugar que será.
Hoy
escuchamos en Los Hechos de los Apóstoles que Pedro y Bernabé están en movimiento,
yendo de ciudad en ciudad para compartir la Buena Nueva de Jesús.
Y
entonces, también, estoy yo.
Después
de siete años al servicio de la Inmaculada Concepción, esta será mi última
homilía como su diácono.
El
Arzobispo me asignó para servir como líder pastoral de dos comunidades
parroquiales en el centro de Seattle.
Estoy
muy triste de irme. Extrañaré mucho la práctica de mi español malo con una
comunidad tan maravillosamente paciente.
Me
han recibido y me han ayudado a sentirme como en casa en esta Misa. Me han
mostrado el amor del que habla Jesús hoy.
Por
esto, digo "muchas gracias". Todos ustedes han sido una bendición en
mi vida y los llevaré en mi corazón a medida que me mueva hacia estas nuevas
comunidades.
Por
favor, sepa que oraré por ustedes y les pregunto si pueden orar por mí en esta
nueva tarea.
Que
Dios los bendiga y los guarde siempre.
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In today's gospel Jesus gives us His
commandment.
First, he commands the Apostles and us "to
love one another as He loves us." Then he reminds us all: “This
is how all will know that you are my disciples, if you have love for one
another."
Jesus is giving us His commandment for how
others will know we are His followers or not.
So how do we love others as Jesus loves?
As we know, it’s not easy. The Apostles had
difficulties doing this and they are our models of faith.
To love as Jesus loves, we only need to look
the examples He showed us in his ministry throughout Sacred Scripture:
-
Showing compassion for the sick
-
Caring for the poor
-
Feeding the hungry
-
Being gentle and kind to sinners
-
Comforting the afflicted
-
Forgiving those who are cruel to
him
These are only a few examples of how Jesus
loves others.
We may not be able to love perfectly as Jesus
does. But we are commanded to do our best and to try every day to be Christ to
others.
To love like Jesus loves, we must place others
above ourselves. We must empty ourselves daily and think about the needs of
others more than we think about our own needs.
Even though we try to be like Jesus, we will
fail often.
The Good News is Jesus loves us enough to let
us repent for our sins and try again.
All throughout the bible we hear Jesus telling
the Apostles to follow his example and do as he does for others. But as we know they failed often and in their
failures we can see our own:
Like Peter we sometimes lack faith. Like Andrew
we all have much to learn. Like James and John we can be selfish at times. Like
Matthew we have done things we are not proud of. Like Thomas we can doubt
sometimes. Like Judas we can sometimes betray others.
Seeing the failures of the Apostles, but also
seeing all good things they did for the Church should give us hope. If Jesus
can use them to build up the Kingdom he can certainly use us, too.
Being Jesus to others is what sets us apart
from non-believers.
It’s how we prepare for the heavenly city that
awaits us. We heard about that city in the reading from the Book of Revelation.
The author John describes the Holy City that awaits us all. It’s a place where every tear will be wiped
away, where there will be no more mourning, no more suffering, no more pain.
What a beautiful place that will be.
Today we hear in The Acts of the Apostles that
Peter and Barnabas are on the move, moving from town to town to share the Good
News of Jesus.
And so, too, am I.
After
seven years serving Immaculate Conception, this will be my final homily as your
deacon.
The
Archbishop has assigned me to serve as pastoral leader of two parish
communities in downtown Seattle.
I
am very sad to go. I will most miss practicing my bad Spanish with such a
wonderfully patient community.
You’ve
welcomed me and helped me to feel at home at this Mass. You have shown me the
love Jesus is talking about today.
For
this, I say “thank you very much.” You all have been a blessing in my life and
I will carry you in my heart as I move on to these new communities.
Please
know I will pray for you and ask if you would pray for me in this new
assignment.
May God bless you and keep you always.