Monday, January 6, 2020

Homilia - Cristo Rey

¡Viva Cristo Rey! 
¡Viva Cristo Rey!
En México, estas palabras tienen un significado especial y recuerdan a todos, el sacrificio de una de las víctimas de la Guerra de los Cristeros, la muerte de un niño de 14 años llamado Joselito, San José Luis Sánchez del Río.
¿Quizás conoces su historia? Su historia es de sacrificio por su fe. Sacrificio hasta la muerte.
San Joselito creció fuera de Guadalajara en Jalisco, en la ciudad de Sahuayo. Cuando tenía 13 años, estalló la Guerra de los Cristeros entre el pueblo mexicano que apoyaba a la Iglesia Católica y el gobierno mexicano que perseguía a la Iglesia.
Durante varios años, los sacerdotes católicos fueron detenidos y asesinados por el gobierno. Esta persecución de la Iglesia duró varios años mientras tanto el gobierno se apoderó de los bienes de la Iglesia, cerró escuelas religiosas y conventos, además de ejecutar a muchos sacerdotes.
En esta guerra tomo parte un niño, tan comprometido con su fe que quiso dar su vida por Jesús y se unió a las fuerzas rebeldes. Sus hermanos se habían unido a los rebeldes y él quería ir con ellos aún en contra de la voluntad de su madre.
Al principio, el general rebelde Mendoza se negó a dejar que Joselito se uniera a los rebeldes debido a su edad. Pero movido por su compromiso de dar su vida por Jesucristo eventualmente lo dejó convertirse en el abanderado de la tropa.
Durante los intensos combates del 25 de enero de 1928, el caballo del general Mendoza fue asesinado y Joselito dejó que el general tuviera su caballo para que los combates pudieran continuar. Las tropas gubernamentales capturaron al niño durante los combates y lo encerraron en la sacristía de la Iglesia local.
Las tropas gubernamentales le ordenaron a Joselito renunciar a su fe en Cristo y lo amenazaron de muerte. Pero Joselito se negó.
Para romper su determinación, Joselito se vio obligado a ver el ahorcamiento de otro Cristero que estaba bajo custodia. Pero Joselito animó al condenado, diciéndole que pronto se encontrarían de nuevo en el cielo. Joselito rezaba el rosario todos los días y le permitieron enviar una carta a su madre.
En ella le dijo que estaba listo para cumplir la voluntad de Dios y morir por Jesús. Su padre trató de recaudar dinero para liberar a Joselito, pero no pudo convencer al gobierno de que lo liberara.
El 10 de febrero de 1928, el gobierno intentó quebrantar a Joselito. Un verdugo cortó la parte inferior de sus pies mientras el gritaba de dolor. Más tarde, se le hizo caminar por la ciudad hasta el cementerio. También lo cortaron con un machete mientras lo hacían andar por la ciudad.
Con los pies cortados hasta el hueso, se vio obligado a andar a través de la ciudad. Lloró de dolor, pero no cedió. Joselito estaba rodeado de pistoleros armados mientras experimentaba su Pasión, mientras la gente del pueblo miraba con horror.
A veces, las tropas se detenían y decían: "Si gritas "Muerte a Cristo Rey", te perdonaremos la vida. Joselito sólo gritaba: "Nunca me rendiré. ¡Viva Cristo Rey!"
La tortura continuó hasta el cementerio. Joselito fue tentado por sus captores a renunciar a Jesús, pero él siguió repitiendo: "¡Viva Cristo Rey!"
Cuando finalmente llegaron al cementerio, las tropas lo hicieron andar hacia el frente de una tumba recién excavada.
Su madre y su padre estaban allí. Su padrino era el alcalde de la ciudad dijo: "Sólo di las palabras y puedes volver a casa".
Con lágrimas, Joselito negó con la cabeza, y dijo: "Te amo". Y una última vez en voz baja dijo: "¡Viva Cristo Rey!"
Su verdugo lo apuñaló al oír estas palabras.  Mientras caía muriendo, cavó el signo de la cruz en el suelo dentro de la cual su sangre comenzó a juntarse. Al ver esto, su verdugo inmediatamente le disparó matándolo.
Joselito fue venerado como mártir por el Papa Juan Pablo Segundo el 2004, beatificado un año más tarde por el Papa Benedicto Dieciseis y canonizado el 16 de octubre del 2016 por el Papa Francisco.
Los restos de San José Luis Sánchez del Río están consagrados sobre un altar lateral en la Iglesia de Santiago Apóstol en su ciudad natal de Sahuayo.
¡Viva Cristo Rey!
San Joselito hizo el sacrificio final por Jesús.
Nosotros también estamos llamados a sacrificarnos por Jesús. Afortunadamente, nuestro sacrificio es pequeño en comparación con el de él.
Durante esta época del año, el sacrificio que estamos llamados a hacer es ayudar a financiar nuestro hermoso ministerio aquí en Cristo Nuestra Esperanza.
Cuando llegaron esta noche, les entregaron las tarjetas de compromiso para el año que viene.
Por favor, llénenlas ahora y colóquelas en la cesta de la recolección.                          Sus promesas de donaciones semanales o mensuales garantizarán que nuestra comunidad en español en el centro de Seattle siga creciendo.
Dios sacrifica todo por nosotros. Sólo nos pide que sacrifiquemos un poco para ayudar a construir su reino.  



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Viva Cristo Rey! 
Viva Cristo Rey!
In Mexico, these words have special meaning and remind everyone of the sacrifice of one of the victims of Cristeros War, the death of a 14-year-old boy named Joselito, Saint Jose Luis Sanchez del Rio.
Perhaps you know his story? His story is one of sacrifice for his faith. Sacrifice to the point of death.
Saint Joselito grew up outside Guadalajara in Jalisco, in the town of Sahuayo. When he was 13, the Cristero War broke out between the people of Mexico who supported the Catholic Church and the Mexican government who were persecuting the Church.
For several years, Catholic priests were being rounded up killed by the government. This persecution of the Church lasted for several years as the government seized Church property, closed religious schools and convents, in addition to executing many priests.
Into this war, stepped a boy so committed to his faith that he wanted to give his life for Jesus and joined the rebel forces. His brothers had joined the rebels and he wanted to go with them against his mother’s will.
At first, rebel general Mendoza refused to let Joselito join the rebels because of his age. But moved by his commitment to give his life for Jesus Christ eventually he let him become the flagbearer for the troop.
During heavy fighting on January 25, 1928, general Mendoza’s horse was killed and Joselito let the general have his horse so the fighting could continue. Government troops captured the boy during the fighting and imprisoned him in the sacristy of the local Church.
Government troops ordered Joselito the renounce his faith in Christ and threatened him with death. But Joselito refused.
To break his resolve, Joselito was forced to watch the hanging of another Cristero who was in custody. But Joselito encouraged the condemned man, saying they would soon meet again in heaven. Joselito prayed the rosary daily and was allowed to send a letter to his mother.
In it he said he was ready to fulfill the will of God and die for Jesus. His father tried to raise money to have Joselito freed, but was unable to convince the government to let him go.
On February 10, 1928, the government tried to break Joselito. A torturer cut the bottom of his feet as he cried out in pain. Later, he was made him walk around town to the cemetery. They also cut him with a machete as they marched him around town.
With feet cut to the bone, he was forced to march through the town. He cried out in pain, but did not give in. Joselito was surrounded by armed gunman as he experienced his Passion as the townspeople looked on in horror.
At times, the troops would stop and say, “if you shout “Death to Christ the King,” we will spare your life. Jose would only shout, “I will never give in. Viva Cristo Rey!”
The torture continued all the way to the cemetery. Joselito was be tempted by his captors to renounce Jesus, he kept repeating, “Viva Cristo Rey!”
When they finally arrived at the cemetery, the troops marched him in front of a freshly dug grave.
His mother and father were there. His father said, “Just say the words and you can come home.”
Through his tears, Joselito shook his head no, said, “I love you.” And said one last time softly said, “Viva Cristo Rey!”
His executioner stabbed him upon hearing these word.  As he laid dying on the ground, he dug the sign of the cross in the ground into which his blood started to pool. Seeing this, his executioner immediately shot him dead.
Joselito was venerated as a martyr by Pope John Paul the Second in 2004, beatified one year later by Pope Benedict the Sixteenth and Canonized on October 16, 2016 by Pope Francis.
The remains of St. Jose Luis Sanchez del Rio are enshrined above a side altar in the Church of St. James the Apostle in his hometown of Sahuayo.
Viva Cristo Rey!
St. Joselito gave the ultimate sacrifice for Jesus.
We too are called to sacrifice for Jesus. Thankfully, our sacrifice is small by comparison.
During this time of the year, the sacrifice we are called to give is to help fund our beautiful Spanish ministry here at Christ Our Hope.
You were handed pledge cards for the coming year as you arrived tonight.
Please fill them out now and put them in the basket at the collection.
Your weekly or monthly donation pledge will ensure we can continue to grow our Spanish language community in downtown Seattle.
God sacrifices everything for us. He only asks that we sacrifice a little to help build up his kingdom.

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