¡Viva Cristo Rey!
¡Viva Cristo Rey!
En México, estas palabras tienen un significado
especial y recuerdan a todos, el sacrificio de una de las víctimas de la Guerra de los Cristeros, la muerte de
un niño de 14 años llamado Joselito, San José Luis Sánchez del Río.
¿Quizás conoces su historia? Su historia es de
sacrificio por su fe. Sacrificio hasta la muerte.
San Joselito creció fuera de Guadalajara en Jalisco,
en la ciudad de Sahuayo. Cuando tenía 13 años, estalló la Guerra de los Cristeros
entre el pueblo mexicano que apoyaba a la Iglesia Católica y el gobierno
mexicano que perseguía a la Iglesia.
Durante varios años, los sacerdotes católicos fueron detenidos
y asesinados por el gobierno. Esta persecución de la Iglesia duró varios años mientras
tanto el gobierno se apoderó de los bienes de la Iglesia, cerró escuelas
religiosas y conventos, además de ejecutar a muchos sacerdotes.
En esta guerra tomo parte un niño, tan comprometido
con su fe que quiso dar su vida por Jesús y se unió a las fuerzas rebeldes. Sus
hermanos se habían unido a los rebeldes y él quería ir con ellos aún en contra
de la voluntad de su madre.
Al principio, el general rebelde Mendoza se negó a
dejar que Joselito se uniera a los rebeldes debido a su edad. Pero movido por
su compromiso de dar su vida por Jesucristo eventualmente lo dejó convertirse
en el abanderado de la tropa.
Durante los intensos combates del 25 de enero de 1928, el caballo del general Mendoza fue
asesinado y Joselito dejó que el general tuviera su caballo para que los combates
pudieran continuar. Las tropas gubernamentales capturaron al niño durante los
combates y lo encerraron en la sacristía de la Iglesia local.
Las tropas gubernamentales le ordenaron a Joselito renunciar
a su fe en Cristo y lo amenazaron de muerte. Pero Joselito se negó.
Para romper su determinación, Joselito se vio obligado
a ver el ahorcamiento de otro Cristero que estaba bajo custodia. Pero Joselito animó
al condenado, diciéndole que pronto se encontrarían de nuevo en el cielo.
Joselito rezaba el rosario todos los días y le permitieron enviar una carta a
su madre.
En ella le dijo que estaba listo para cumplir la
voluntad de Dios y morir por Jesús. Su padre trató de recaudar dinero para
liberar a Joselito, pero no pudo convencer al gobierno de que lo liberara.
El 10 de febrero de 1928, el gobierno intentó quebrantar
a Joselito. Un verdugo cortó la parte inferior de sus pies mientras el gritaba
de dolor. Más tarde, se le hizo caminar por la ciudad hasta el cementerio.
También lo cortaron con un machete mientras lo hacían andar por la ciudad.
Con los pies cortados hasta el hueso, se vio obligado
a andar a través de la ciudad. Lloró de dolor, pero no cedió. Joselito estaba rodeado
de pistoleros armados mientras experimentaba su Pasión, mientras la gente del
pueblo miraba con horror.
A veces, las tropas se detenían y decían: "Si
gritas "Muerte a Cristo Rey", te perdonaremos la vida. Joselito sólo
gritaba: "Nunca me rendiré. ¡Viva Cristo Rey!"
La tortura continuó hasta el cementerio. Joselito fue
tentado por sus captores a renunciar a Jesús, pero él siguió repitiendo:
"¡Viva Cristo Rey!"
Cuando finalmente llegaron al cementerio, las tropas
lo hicieron andar hacia el frente de una tumba recién excavada.
Su madre y su padre estaban allí. Su padrino era el
alcalde de la ciudad dijo: "Sólo di las palabras y puedes volver a
casa".
Con lágrimas, Joselito negó con la cabeza, y dijo:
"Te amo". Y una última vez en voz baja dijo: "¡Viva Cristo
Rey!"
Su verdugo lo apuñaló al oír estas palabras. Mientras caía muriendo, cavó el signo de la
cruz en el suelo dentro de la cual su sangre comenzó a juntarse. Al ver esto,
su verdugo inmediatamente le disparó matándolo.
Joselito fue venerado como mártir por el Papa Juan
Pablo Segundo el 2004, beatificado un año más tarde por el Papa Benedicto Dieciseis
y canonizado el 16 de octubre del 2016
por el Papa Francisco.
Los restos de San José Luis Sánchez del Río están
consagrados sobre un altar lateral en la Iglesia de Santiago Apóstol en su
ciudad natal de Sahuayo.
¡Viva Cristo Rey!
San Joselito hizo el sacrificio final por Jesús.
Nosotros también estamos llamados a sacrificarnos por
Jesús. Afortunadamente, nuestro sacrificio es pequeño en comparación con el de
él.
Durante esta época del año, el sacrificio que estamos
llamados a hacer es ayudar a financiar nuestro hermoso ministerio aquí en
Cristo Nuestra Esperanza.
Cuando llegaron esta noche, les entregaron las
tarjetas de compromiso para el año que viene.
Por favor, llénenlas ahora y colóquelas en la cesta de
la recolección. Sus promesas de donaciones semanales o mensuales garantizarán
que nuestra comunidad en español en el centro de Seattle siga creciendo.
Dios sacrifica todo por nosotros. Sólo nos pide que sacrifiquemos
un poco para ayudar a construir su reino.
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Viva Cristo Rey!
Viva Cristo Rey!
In
Mexico, these words have special meaning and remind everyone of the sacrifice
of one of the victims of Cristeros War, the death of a 14-year-old boy named
Joselito, Saint Jose Luis Sanchez del Rio.
Perhaps
you know his story? His story is one of sacrifice for his faith. Sacrifice to
the point of death.
Saint
Joselito grew up outside Guadalajara in Jalisco, in the town of Sahuayo. When
he was 13, the Cristero War broke out between the people of Mexico who
supported the Catholic Church and the Mexican government who were persecuting
the Church.
For
several years, Catholic priests were being rounded up killed by the government.
This persecution of the Church lasted for several years as the government
seized Church property, closed religious schools and convents, in addition to
executing many priests.
Into
this war, stepped a boy so committed to his faith that he wanted to give his
life for Jesus and joined the rebel forces. His brothers had joined the rebels
and he wanted to go with them against his mother’s will.
At
first, rebel general Mendoza refused to let Joselito join the rebels because of
his age. But moved by his commitment to give his life for Jesus Christ
eventually he let him become the flagbearer for the troop.
During
heavy fighting on January 25, 1928, general Mendoza’s horse was killed and
Joselito let the general have his horse so the fighting could continue.
Government troops captured the boy during the fighting and imprisoned him in
the sacristy of the local Church.
Government
troops ordered Joselito the renounce his faith in Christ and threatened him
with death. But Joselito refused.
To
break his resolve, Joselito was forced to watch the hanging of another Cristero
who was in custody. But Joselito encouraged the condemned man, saying they
would soon meet again in heaven. Joselito prayed the rosary daily and was
allowed to send a letter to his mother.
In it
he said he was ready to fulfill the will of God and die for Jesus. His father
tried to raise money to have Joselito freed, but was unable to convince the
government to let him go.
On
February 10, 1928, the government tried to break Joselito. A torturer cut the
bottom of his feet as he cried out in pain. Later, he was made him walk around
town to the cemetery. They also cut him with a machete as they marched him
around town.
With
feet cut to the bone, he was forced to march through the town. He cried out in
pain, but did not give in. Joselito was surrounded by armed gunman as he
experienced his Passion as the townspeople looked on in horror.
At
times, the troops would stop and say, “if you shout “Death to Christ the King,”
we will spare your life. Jose would only shout, “I will never give in. Viva
Cristo Rey!”
The
torture continued all the way to the cemetery. Joselito was be tempted by his
captors to renounce Jesus, he kept repeating, “Viva Cristo Rey!”
When
they finally arrived at the cemetery, the troops marched him in front of a
freshly dug grave.
His
mother and father were there. His father said, “Just say the words and you can
come home.”
Through
his tears, Joselito shook his head no, said, “I love you.” And said one last
time softly said, “Viva Cristo Rey!”
His
executioner stabbed him upon hearing these word. As he laid dying on the ground, he dug the
sign of the cross in the ground into which his blood started to pool. Seeing
this, his executioner immediately shot him dead.
Joselito
was venerated as a martyr by Pope John Paul the Second in 2004, beatified one
year later by Pope Benedict the Sixteenth and Canonized on October 16, 2016 by
Pope Francis.
The
remains of St. Jose Luis Sanchez del Rio are enshrined above a side altar in
the Church of St. James the Apostle in his hometown of Sahuayo.
Viva
Cristo Rey!
St.
Joselito gave the ultimate sacrifice for Jesus.
We too
are called to sacrifice for Jesus. Thankfully, our sacrifice is small by
comparison.
During
this time of the year, the sacrifice we are called to give is to help fund our
beautiful Spanish ministry here at Christ Our Hope.
You
were handed pledge cards for the coming year as you arrived tonight.
Please
fill them out now and put them in the basket at the collection.
Your
weekly or monthly donation pledge will ensure we can continue to grow our
Spanish language community in downtown Seattle.
God sacrifices everything for us. He only asks that we sacrifice a little to help build up his kingdom.
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