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Dios nos da muchos dones. Uno de esos dones es la Iglesia Católica Cristo Nuestra Esperanza.
Este fin de semana conmemoramos el décimo aniversario de
nuestra Iglesia. Qué precioso don es esta Iglesia para todos los que vienen a
este santuario. Pero algo transformador nos pasa aquí.
Debido a que somos el Cuerpo de Cristo, se nos ha dado
estos dones por Dios, para que seamos transformados y llegar a ser como
Jesús.
Citando a San Agustín: "Nos convertimos en lo que
recibimos". Como dijo el arzobispo Alexander Brunett hace diez años
en nuestra dedicación oficial, Jesús "vive en nosotros y nosotros vivimos
en él". Así " Cristo se ha convertido en esperanza para nosotros... y
nosotros debemos convertirnos en esperanza para los demás".
Gracias por responder al llamado de Dios al convertirse
en un don de esperanza para los demás a través de la Iglesia Cristo Nuestra
Esperanza.
La gratitud es una de las mejores maneras en que podemos honrar
a Dios.
Nuestra comunidad parroquial tiene gente a quien agradecer
por su creación. Por supuesto, todos sabemos del trabajo del Padre Pablo
Magnano para iniciar la parroquia.
Pero nunca hubiera sido capaz de llevar a cabo este importante proyecto sin el apoyo, la pasión y el entusiasmo del arzobispo Brunett por nuestra comunidad eclesiástica.
El arzobispo presidió la dedicación hace diez años,
y dijo algo que todos debemos comprometernos a recordar y a usar cada
vez que compartimos las buenas noticias sobre la Iglesia Cristo Nuestra
Esperanza:
"Quiero señalar a todos la inscripción que se encuentra en la puerta de esta Iglesia: 'Spe Salve', es una cita de la carta de San Pablo a los romanos. Lo que se traduce en ‘Con la esperanza de que nos hayamos salvado’. Este es un recordatorio de la alegría que debemos sentir cada vez que nos reunimos alrededor de este Altar, porque todos somos salvos por Cristo, que es nuestra esperanza, que nos da esperanza como creyentes y que es esperanza para toda la humanidad. Esta iglesia parroquial dedicada a Cristo Nuestra Esperanza está establecida para extender el servicio de la Iglesia a la gente de esta vibrante ciudad y ser un faro de esperanza e icono de Cristo. Mi oración es que aquí, en este lugar sagrado, tanto los ricos como los pobres se unan para experimentar un anticipo del banquete celestial, para que se deleiten juntos en el que es Cristo, nuestra Esperanza y nuestra Salvación. ¡Gloria y honor a Cristo en esta iglesia! ¡Que esta parroquia vaya por la ciudad anunciando a todos: ¡Cristo nuestra Esperanza y nuestra Salvación!"
Al mirar hacia adelante en los próximos diez años
(y muchos más), esta cita y oración debe ser nuestra estrella del norte
para guiar
nuestra evolución y todos nuestros esfuerzos por compartir la Buena Nueva de
Jesucristo a todos en el centro de Seattle.
Esta no es sólo nuestra esperanza o nuestro sueño, sino nuestra misión como discípulos de Cristo.
Spe
Salve!
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