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Today Jesus is asking us, what possesses our lives?
What
controls the precious time we have on this earth?
What
are we addicted to or attached to that is unhealthy for us spiritually?
Jesus
is encouraging us to detach from these possessions? Only then will we be able
to hear his message better.
Easier said than done, I know.
This past week, many users of Facebook, Instagram and WhatsApp had to go most of a day without these social media platforms. This was all due to a major technical issue.
Facebook
was down for 80-million of its users, many here in the United States. But its other products Instagram and WhatsApp
were also down.
It marked the longest outage for Facebook since 2008. Facebook has
around three billion users worldwide.
People addicted to
social media were forced to detach from their habit for nearly a day.
I’m sure for some this was no easy matter.
In this experience
we can hear the voice of Jesus encouraging us to let go, put our focus on him
and imitate what he is doing.
Jesus loves us and
desires to love others through us. But when our focus is elsewhere and not on
him, how can this happen?
We’ve all seen parents more focused on their smart phones than on their own children begging for their attention.
We’ve all seen friends and couples out to
dinner more focused on their iPhones than on each other.
We’ve all seen people walking the streets like
zombies bumping into people or even light poles because they are so fixated on
their phones.
I can only imagine what Jesus would have to say
about our unhealthy addiction to our phones.
And for the record, your deacon counts himself
among those addicting to this device. So, this message is for your preacher,
too.
Today, Jesus is calling us to change our focus, keep our eyes on him and become his eyes and ears in the world with our ministry of presence to others, especially others most in need.
Again, Jesus loves us and desires to love others through us. This requires our cooperation and our sacrifice.
Christ calls us to use the blessings we have received for the good of others. Not be solely focused on ourselves and our needs all the time. This is a non-negotiable in the kingdom of God.
This half-day break from our Facebook habit is
but a glimpse of the kind of detachment we are all being asked to make in our
relationship with Jesus Christ so we can do his will for others.
This is the wisdom of Jesus. This is the
“prudence given (us).” This is how the spirit of wisdom dons on our human minds.
We heard these words in our first reading.
When we turn to the message in the Gospel of Mark,
we see the perfect example of how Jesus is calling us to new life, one detached
from all that controls us.
One bible commentary makes this key point about
Jesus’ encounter with the rich man. Here’s what it said:
“What a demanding person
Mark’s Jesus is! Here is an eager, prospective disciple, who has kept all the
commandments since his childhood. He wants everlasting life. Jesus looks on him
with love, but then challenges him beyond his capacities (“[And] He went away
sad …”).
Mark’s Jesus turns to his disciples and makes it clear to them that having many possessions is an almost insurmountable deterrent to possession of the kingdom of God. This overwhelmed Jesus’ disciples and probably overwhelmed Mark’s first readers as thoroughly as it challenges his readers today.”[1]
By having these attachments,
we are unable to focus on the needs of other. Our possessions, our wealth, our
status, our entitlement prevent us from being able to do the Lord’s will in
this world.
As we heard, the rich man
walked away sad.
His sadness was not caused by
his many possessions. No, it was caused by his inability to accept Jesus’
challenging invitation to come follow him and his example.
The man clung too tightly to
his sources of false security. This prevented him from attaching to the
security offered by Jesus and then showing Jesus to others by sacrificing his
prized possessions.
So what possessions are we
clinging too tightly to?
How let go of these things? How do we more fervently follow
Jesus? How do we become more focused on
the needs of others, not ourselves?
This is great food for thought for the coming
week.
[1] Bergant, D., & Karris, R. J. (1989). The Collegeville Bible commentary: based on the New American Bible with revised New Testament (p. 924). Collegeville, MN: Liturgical Press.
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Hoy Jesús nos está preguntando, ¿Qué posee nuestras vidas? ¿Qué controla
el precioso tiempo que tenemos en esta tierra? ¿A qué somos adictos o apegados
que no es saludable para nosotros espiritualmente? Jesús nos está animando a separarnos de esas
posesiones para escuchar mejor su mensaje.
Es más fácil decirlo que hacerlo, lo
sé.
La semana pasada, muchos usuarios de
Facebook, Instagram y WhatsApp tuvieron que pasar la mayor parte del día sin
estas plataformas de redes sociales. Todo esto se debió a un problema técnico
importante.
Facebook cayó para 80 millones de sus usuarios, muchos aquí en los Estados Unidos. Pero sus otros productos Instagram y WhatsApp
también cayeron.
Marcó
la interrupción más larga para Facebook desde 2008. Facebook tiene alrededor de tres mil
millones de usuarios en todo el mundo.
Las personas adictas a las redes
sociales se vieron obligadas a desprenderse de su hábito durante casi un día.
Estoy
seguro de que para algunos esto no fue un asunto fácil.
En esta experiencia podemos escuchar
la voz de Jesús animándonos a soltarnos, a poner nuestro enfoque en él e imitar
lo que séestá haciendo.
Jesús nos ama y desea amar a los
demás a través de nosotros. Pero cuando nuestro enfoque está en otra parte y no
en él, ¿cómo puede pasar esto?
Todos hemos visto a los padres más
enfocados en sus teléfonos inteligentes que en sus propios hijos que piden su
atención.
Todos
hemos visto a amigos y parejas salir a cenar más enfocados en sus iPhones que uno
en el otro.
Todos hemos visto a personas caminando por
las calles como zombis chocando contra otras personas o incluso con postes de
luz porque están muy obsesionados con sus teléfonos.
Solo puedo imaginar lo que Jesús tendría que
decir sobre nuestra adicción poco saludable a nuestros teléfonos.
Y para que conste, su diácono se cuenta entre
los adictos a este dispositivo. Por lo tanto, este mensaje también es para su
predicador.
Hoy, Jesús nos está llamando a
cambiar nuestro enfoque, mantener nuestros ojos en él y convertirnos en sus
ojos y oídos en el mundo, con nuestro ministerio de presencia hacia los demás,
especialmente hacia los más necesitados.
Una vez más, Jesús nos ama y desea amar a los
demás a través de nosotros. Esto requiere nuestra cooperación y nuestro
sacrificio.
Cristo
nos llama a usar las bendiciones que hemos recibido para el bien de los demás.
No estar solo enfocados en nosotros mismos y en nuestras necesidades todo el
tiempo. Esto es algo innegociable en el reino de Dios.
Este descanso de medio día de nuestro hábito
de Facebook, no es más que un vistazo al tipo de desapego que a todos se nos
pide que tengamos una relación con Jesucristo a través de la cual podamos hacer
su voluntad por los demás.
Esta es la sabiduría de Jesús. Esta es la
"prudencia dada (a nosotros)". Así es como el espíritu de sabiduría
se manifiesta en nuestras mentes humanas. Escuchamos estas palabras en nuestra
primera lectura.
Cuando nos dirigimos al mensaje del Evangelio
de Marcos, vemos el ejemplo perfecto de cómo Jesús nos está llamando a una
nueva vida, una vida separada de todo lo que nos controla.
Un comentario bíblico hace este punto clave en
el encuentro de Jesús con el hombre rico.
Esto es lo que decía:
"¡Qué persona tan exigente es el Jesús
de Marcos! Aquí hay un discípulo ansioso y prospectivo, que ha guardado todos
los mandamientos desde su infancia. Él quiere la vida eterna. Jesús lo mira con
amor, pero luego lo desafía más allá de sus capacidades ("[Y] se fue
triste ...").
El Jesús de Marcos se dirige a sus discípulos
y les deja claro que tener muchas posesiones es un elemento casi insuperable
para la posesión del reino de Dios. Esto abrumó a los discípulos de Jesús y
probablemente abrumó a los primeros lectores de Marcos tan a fondo como desafía
a sus lectores de hoy".
Al tener estos apegos, no podemos centrarnos
en las necesidades de los demás. Nuestras posesiones, nuestra riqueza, nuestro
estatus, nuestro derecho nos impiden poder hacer la voluntad del Señor en este
mundo.
Como escuchamos, el hombre rico se fue
triste.
Su tristeza no fue causada por tener muchas
posesiones. No, fue causada por su incapacidad para aceptar la desafiante
invitación de Jesús a venir a seguirlo a él y a su ejemplo.
El hombre se aferró demasiado fuerte a sus
fuentes de falsa seguridad. Esto le impidió apegarse a la seguridad ofrecida
por Jesús y luego mostrar a Jesús a los demás, sacrificando sus preciadas
posesiones.
Entonces, ¿A qué posesiones nos aferramos
demasiado fuerte?
¿A
nuestra riqueza? ¿A Nuestro ego? ¿ orgullo? ¿A nuestra ira? ¿A nuestros resentimientos?
¿Cómo
dejar ir estas cosas? ¿Cómo seguimos más fervientemente a Jesús? ¿Cómo nos enfocamos más en las necesidades de
los demás, no en nosotros mismos?
Este es un gran alimento para pensar para la próxima semana.
[1] Bergant, D., & Karris, R. J. (1989). The Collegeville Bible commentary: based on the New American Bible with revised New Testament (p. 924). Collegeville, MN: Liturgical Press.
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