Lucas 4, 21-30
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El mensaje de hoy es sobre el rechazo.
Nuestro propio rechazo al Mensaje del evangelio y el rechazo de los demás a la
Buena Nueva de Jesucristo.
Jesús conoce bien nuestros
corazones humanos. Él sabe que a veces queremos controlar la voluntad de Jesús
en nuestras vidas.
Hoy, Jesús está en su ciudad
natal. Acaba de decirles a su familia y amigos algo bastante impactante.
Al leer las Escrituras de Isaías,
dice:
“El
espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres
la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los
ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del
Señor.”
Luego de enrollar el pergamino declara,
“Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la
Escritura que acaban de oír”.
Su familia y amigos están estupefactos. Luego, dicen: "¿No es éste
el hijo de José?"
En este momento, se dan cuenta de que su Mesías es uno de los suyos. Esto
es algo de lo que todos pueden regocijarse.
Nuestro Obispo auxiliar Daniel Mueggenborg dice:
"La razón por la que fueron tan complacidos con sus palabras
fue porque la multitud pensaba que podían controlar
a Jesús como uno de los suyos y guardar sus
buenas obras y bendiciones para sí mismos".
Pero luego Jesús continúa su mensaje diciéndoles a sus familiares y
amigos que su mensaje no es solo para ellos, sino para todos.
Lo hace recordándoles lo que hizo el profeta Elías por la viuda de
Sidón, una gentil. Él no hizo estas cosas por los israelitas, sino por alguien
que no era de la tribu de Israel.
¿No hay momentos en que rechazamos lo que Jesús está diciendo en
nuestras vidas? ¿O rechazamos la voluntad de Dios en nuestras vidas cuando es
algo de lo que estamos sorprendidos?
A veces otros experimentan la misericordia de Dios y nosotros no. No
creemos que esto sea justo.
Las multitudes en la ciudad natal de Jesús, Nazaret, piensan lo mismo.
En su ira, intentan matar a Jesús, pero
Jesús simplemente se va ileso.
Jesús nos está recordando cómo
debemos manejar el rechazo en nuestras vidas. No debemos tratar de convencer a
la gente de que estamos en lo correcto y que ellos están equivocados. Solo
debemos decir la verdad acerca de Jesús y alejarnos cuando enfrentemos el
rechazo a este mensaje.
El rechazo es duro. A nadie le gusta sentir
rechazo. Es doloroso. Duele. Nuestra acción humana a veces es hablar enojado
cuando enfrentamos el rechazo.
Pero Jesús dice, no. No hagas
esto. El quiere que nos alejemos y que llevemos su mensaje a aquellos que están
más abiertos a escuchar sus Buenas Nuevas.
A veces es más fácil para nosotros insistir
en este rechazo y permitirnos gastar tiempo y energía para convencer a otros de
nuestra perspectiva.
Pero el rechazo es parte de la
vida. Y Jesús no quiere que perdamos el tiempo con eso, incluso en nuestras
propias familias y con nuestros amigos.
Deberíamos
alejarnos.
Tuve esta misma experiencia cuando estaba en formación para convertirme
en diácono.
Cuando comencé mi formación de diácono, yo incluso tenía un trabajo que
amaba.
Pero durante la formación, escuché a Dios llamándome a hacer más por Él
y su Iglesia.
Para mí, sucedió un día en noviembre de 2009. Estaba en mi primer año de
formación y apenas estaba comenzando mí viaje para convertirme en diácono.
En ese día, Jesús irrumpió en mi vida y llamó mi atención.
En ese momento, era
gerente de Radio Noticias K-O-M-O y ese día estaba en mi teléfono celular afuera
de la casa de mi director espiritual, ayudando a nuestro equipo de noticias a
coordinar la cobertura de un tiroteo importante que involucró a cuatro policías
de Lakewood, asesinados en un café en Parkland.
Cuando colgué el teléfono y comencé a
caminar para mi reunión con mi amigo sacerdote, tuve la sensación más
abrumadora: mi tiempo en K-O-M-O había terminado. Mi carrera de ocho años allí
había terminado. Jesús tenía otros planes en mi vida.
Pensé,
¿en serio, Señor? Dios, me diste este maravilloso trabajo, ¿y ahora quieres
quitármelo?
Compartí este mensaje de Dios con mi
director espiritual. Él me dijo que orara por eso en la próxima semana y yo
sabría mejor adónde me estaba guiando Dios.
Unos días más tarde, el
martes, recibí una llamada de la sala de prensa temprano por la mañana poco
después de las 2 de la mañana. El asesino de los cuatro oficiales de policía
fue baleado y asesinado en el sur de Seattle por un oficial de la policía de
Seattle actuando en una corazonada.
Me levanté, me bañe y
me puse a trabajar para ayudar a coordinar un día largo, largo de cobertura de
noticias.
Al final del día estaba cansado. Fue
entonces cuando recordé mi pasantía pastoral en L’Arche, una comunidad de
personas con discapacidades intelectuales.
Pensé no puedo hacer esto. Estoy
demasiado cansado.
Pero cuando empecé a conducir a
casa, a punto de no ir a mi tarea pastoral, sentí que Dios me guiaba en
dirección a L’Arche.
Llegué un poco tarde para la cena. Y cuando entre
silenciosamente y me senté a la mesa, una de los residentes, una mujer encantadora
y llena de alegría llamada Nancy, volteó hacia mí y me dijo: "Bienvenido a
casa".
Ella tenía razón. Finalmente estaba en casa donde
siempre se suponía que debía estar.
En ese momento, Dios me había mostrado que mi
verdadero destino era el ministerio pastoral, no dirigir una gran organización
de noticias.
Era tiempo de trabajar para Jesús.
Además, muchas de las
personas con las que trabajé en K-O-M-O rechazaron que me convirtiera en diácono
de la Iglesia Católica. Hay mucha hostilidad hacia la Iglesia Católica en los
medios de comunicación.
Ahora, ya no cuestiono cuando Dios quiere
que haga algo. Sólo lo hago.
Cuando escuché su llamado a ir a
Guatemala para aprender español, lo hice. Es por eso que estoy aquí con ustedes
hoy.
Estoy seguro de que tienes una
historia similar acerca de la voluntad de Dios en tu vida o de que otros te
rechazan por hacer la voluntad de Dios.
No siempre entendemos lo que
Jesús quiere de nosotros. Pero si decidimos no rechazar la voluntad de Dios,
cuando seguimos a Jesús y lo ayudamos a construir el Reino de Dios, encontramos
mucha felicidad y satisfacción en nuestras vidas.
Este es su mensaje para todos
nosotros este fin de semana.
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Today's message is about rejection. Our own rejection of the Gospel message and the rejection of others to the Good News of Jesus Christ.
Jesus knows our human hearts well. He knows we sometimes want to control Jesus' will in our lives.
Today, Jesus is in his hometown. He’s just told his family and friends something quite shocking.
Today, Jesus is in his hometown. He’s just told his family and friends something quite shocking.
In reading Isaiah’s scripture, he says,
“The Spirit of the Lord is upon me, because he has anointed
me to bring glad tidings to the
poor.
He has sent me to proclaim
liberty to captives and recovery of sight to the
blind, to let the oppressed go free,
and to proclaim a year acceptable to the Lord.”
and to proclaim a year acceptable to the Lord.”
Then rolling up the
scroll he declares,
"Today
this Scripture passage is fulfilled in your hearing."
His family and
friends are dumbstruck. Then, they say, “Isn’t this the son of Joseph?”
In
this moment, they realize their messiah is one of their own.
This is something they can all rejoice in.
This is something they can all rejoice in.
Our Bishop Daniel Mueggenborg says,
"The reason they were so pleased with His words was because the crowds thought they count control Jesus as one of their own and keep His good works and blessings for themselves."
But then Jesus continues his message telling his family and friends His message is not just for them, but for everyone.
But then Jesus continues his message telling his family and friends His message is not just for them, but for everyone.
He does this by reminding them of what the
Prophet Elijah did for the Widow of Sidon, a gentile. He didn’t do these things
for the Israelites, but someone who was not from the tribe of Israel.
Aren’t there times where we reject what Jesus
is saying in our lives? Or reject the
will of God in our lives when it’s something we are surprised about?
Sometimes others experience God’s mercy and we
do not. We don’t think this is fair.
The crowds in Jesus’ hometown of Nazareth think
the same thing.
In their anger, they try to put Jesus to death,
but Jesus just walks away unharmed.
Jesus is reminding us how we should handle
rejection in our lives. We should not try to convince people that we are right
and they are wrong. We should just tell the truth about Jesus and walk away
when we face rejection to this message.
Rejection is hard. No one likes to feel
rejection. It’s painful. It hurts. Our human action sometimes is to speak out
in anger when we face rejection.
But Jesus says, no. Do not do this. He wants us
to walk away instead and take his message to those who are more open to hearing
his Good News.
Sometimes it’s easier for us to dwell on this
rejection and allow it to spend time and energy to convince others of our
perspective.
But rejection is a part of life. And Jesus
doesn’t want us to waste our time dealing with it, even in our own families and
with our own friends.
We should walk
away.
I had this very experience when I was in
formation to become a deacon.
When I started my deacon formation I even had a job I loved.
But during formation, I heard God calling me to do more for Him
and His Church.
For
me, it happened one day in November 2009. I was in my
first year of formation and just beginning my journey to become a
deacon.
On that day, Jesus broke into my life and got my attention.
At the time, I was manager of KOMO Newsradio and on that day was
on my cell phone outside my spiritual director’s house helping our news
team to coordinate coverage of a major shooting involving four Lakewood police
officers, gunned down in a coffee shop in Parkland.
As I hung up the
phone and began to walk in for my meeting with my priest friend, I had the most
overwhelming feeling: My time at KOMO was over. My eight
year career there was over. Jesus had other plans in my life.
I
thought, really, Lord? God, you gave me this marvelous job, and now
you want to take it away from me?
I shared this message from God with my spiritual
director. He told me to pray on it in the coming week and I would
better know where God was leading me.
A few days later
on Tuesday, I got an early morning call from the newsroom at a little after 2
am. The murderer of the four police officers was himself shot and
killed in South Seattle by a Seattle police officer acting on a hunch.
I
got up, showered and went into work to help coordinate a long, long day of news
coverage.
By the end of the day I was tired. It was then that I
remembered my pastoral internship at L’Arche, a community of individuals with
intellectual disabilities.
I thought I can’t
do this. I’m too tired.
But as I started to drive home, about to not go to my pastoral
assignment, I felt God steering me in the direction of L’Arche.
I got there
a little late for dinner. And as I quietly snuck in and sat down at the
dinner table, one of the residents, a lovely, joy-filled woman named Nancy,
turned to me and said, “Welcome Home.”
She was right. I was finally home where I was always
supposed to be.
In that moment, God had showed me my true destiny was pastoral
ministry, not running a large news organization.
It was time to work for Jesus.
Besides, many of the people I worked with at KOMO rejected my
becoming a deacon in the Catholic Church. There is much hostility to the
Catholic Church in news media.
Now, I no longer question when God wants me to do
something. I just do it.
When I heard His call to go to Guatemala to learn Spanish, I did
it. It is why I am here with you today.
I am sure you have a similar story about God’s
will in your life or being rejected by others for doing God’s will.
We don’t always understand what Jesus wants of
us. But if we choose to not to reject the will of God, when we follow Jesus and
help him build the Kingdom of God, we find much happiness and contentment in
our lives.
This is His message
for us all this weekend.
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